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Mundo Marino

Un delfín, entrenado por el Ejército de Estados Unidos

Un delfín, entrenado por el Ejército de Estados Unidos

  MADRID
  La primera vez que Antonio Rodríguez Folgar supo de ese extraño delfín solitario que imita a los humanos, sigue a los barcos y responde a ciertas señales fue el pasado 4 de enero. Alguien le dijo que había visto al cetáceo en la ría de Arousa, y Folgar, director técnico del Grupo de Rescate y Estudio de los Mamíferos Marinos de Galicia, se desplazó hasta allí. "La sorpresa fue mayúscula", recuerda por teléfono desde Pontevedra. Aquel no era un delfín como el resto. ¿Por qué no buscaba la compañía de otros congéneres? ¿Por qué se frotaba contra las embarcaciones y las seguía de cerca, con una especial querencia por las de turbina? ¿Por qué si un pescador de navajas exploraba una roca con sus manos él exploraba la misma roca con el hocico? ¿Por qué si un buzo movía las aletas y se giraba él también movía su aleta y se giraba?

  Entonces todo eran dudas, pero ahora, siete meses después de que el delfín bautizado como Gaspar llegase a aguas gallegas, Folgar y su grupo creen haber dado con una posible respuesta: el cetáceo que estos días ha motivado con sus brincos que quienes se acercaban por el puerto de Baiona (Pontevedra) se frotaran los ojos ante la duda de que podrían estar viendo una taquillera y acaramelada película de Disney, el animal que hace unos meses fue capaz de cubrir las más de 200 millas náuticas que separan Riveira de Figueira de Foz (Portugal) en solo tres días, se comporta así porque alguna vez, todavía no se sabe cuándo, recibió entrenamiento. Entrenamiento militar. Entrenamiento militar del Ejército norteamericano.

  Gaspar, continúa esta versión, habría desertado de la organización castrense más poderosa del planeta. El delfín mular, un macho adulto de más de tres metros de largo y 400 kilos de peso, debió de huir de su hogar militar antes del 2000, año en el que se le vio por vez primera frente al litoral europeo. Fue en Bretaña y los franceses no solo le dieron un nombre sino también un apellido: Jean Floch. Quizá --"solo quizá", remarca Folgar-- el animal abandonó las aguas norteamericanas cuando el huracán Mitch azotó el mar Caribe hace 10 años, en noviembre de 1998. Para más de 11.000 personas, el ciclón significó la muerte; para Gaspar, el exilio.

  Soldados desde 1959
  "Solo es una hipótesis". Folgar insiste en que no puede jurar por el pasado militar del cetáceo. Ha tratado de ponerse en contacto con las fuerzas armadas de Estados Unidos para averiguar si existe una orden de búsqueda y captura sobre el animal desertor, pero estas no se distinguen por su transparencia informativa. Menos aun cuando se trata de delfines, unos animales que forman parte del Ejército norteamericano desde 1959, pese a las reiteradas quejas de las organizaciones ecologistas.
  Les llaman "unidades navales de combate" y son utilizados para detectar minas marítimas, patrullar el perímetro de los portaviones, atacar a los buceadores enemigos y evitar sabotajes, conductas que han aprendido a través de se-
ñales. Y es aquí, en los signos, donde la tesis de Folgar encuentra su fuerza. Poco después de conocer a Gaspar, el experto consiguió algo de información sobre delfines militares, probó las señas de las tropas norteamericanas --las únicas que usan a estos animales como submarinos de bolsillo-- y, caramba, el cetáceo las reconoció casi todas.
"Verle en el puerto es como volver a ver la película Flipper --concluye Folgar--. Pero no creo que, si se confirma que fue militar, el Ejército norteamericano lo quiera recuperar. Ya ha pasado mucho tiempo".

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